
Cuando un niño es traído a Estados Unidos por unos padres que buscan una vida mejor a la que le podían ofrecer a ese niño en un país como Cuba, Colombia, Venezuela, Bolivia, Perú, Irán, México o cualquier otro que haya pasado o esté en conflicto o que tenga una tasa significativa de pobreza extrema, ese niño tiene la oportunidad de recibir educación primaria y secundaria gratuita. Por ese simple hecho, la vida de ese niño puede cambiar completamente. La educación podría ser la diferencia entre un joven que trafique drogas, o uno que decida a ser enfermero. O uno que entre a una pandilla, u otro que sueñe con ser bailarín. Lo que marca la diferencia en nuestro país, sin excepción, es la educación. Y la oportunidad.
El sistema de inmigración de Estados Unidos está quebrantado, y hay que arreglarlo, eso lo sabe Washington. Quebrantado por error de todos, no solo de los que vinieron, sino de la falta de medidas, legislación y organización que ha habido con respecto al tema después de la reforma migratoria de Reagan. Pero mientras tanto se reparan los daños. ¿Por qué no dejar que esos jóvenes que por su minoría de edad no han cometido ningún delito y que estudiaron su primaria y su secundaria aquí estudien con precios asequibles? El primer paso está dado, permitir que vayan a la universidad para la mayoría es un hecho y deberían poder hacerlo pagando los estudios bajo la tarifa que tienen todos esos compañeros americanos que se graduaron con ellos, residentes de un estado.
En la mayoría de los casos, los chicos han vivido muchos años en un estado, y sus padres, aunque sin papeles, han trabajado, y pagado impuestos de todo tipo. Si hablamos del factor económico, esto daría suficiente derecho a que estas familias puedan tener esa oportunidad. Pagar impuestos iguala ciertos beneficios. De pronto podría ser ese un requerimiento. Los inmigrantes ilegales pagan impuestos cuando compran víveres, en los servicios básicos, en sus alquileres o compras de propiedad, y en algunos casos con identificación de impuestos como contratistas independientes.
Educar a sus hijos en educación universitaria o técnica, garantiza mayor productividad a nuestro país, y mejor educación para sus familias. Son tan americanos por haber sido criados aquí, como los americanos. Estados Unidos ofrece la oportunidad a sus empresas de pedir 65,000 trabajadores profesionales internacionales anualmente. De acuerdo a cifras presentadas en el medio económico Forbes, la cuota sobrepasa las 125,000 peticiones. Está más que claro que hay una falta de profesionales de muchos ámbitos en el país.
El Congreso de la Florida tiene la oportunidad de dejar que los estudiantes que no tienen una situación legal estudien con matrículas universitarias del estado con una nueva legislación. Esta semana un panel del Senado votó 8-5 a favor de una ley que permitiría que los estudiantes que vivan en el estado, y cumplan ciertos requerimientos, aun cuando no estén legales en el país, puedan pagar matrícula de dentro del estado. Tres republicanos se unieron a cinco demócratas para mantener vivo el proyecto. Bien por los republicanos que se unieron.
Una senadora republicana llamada Nancy Detert que se opuso a la medida dijo que los niños ya reciben educación básica primaria y secundaria y que no merecen pagar las tarifas de dentro del estado. Me pregunto si esta senadora cree que ese montón de muchachos saldrán del único país que conocen, al de ellos de origen, a estudiar cuando no puedan pagar la universidad. Otro republicano llamado Jack Latvala, quien patrocina la ley, asegura que no deben ser castigados por los errores de sus padres.
Llamarle error a la inmigración ilegal queda en una raya delgada. Los hombres y mujeres que cruzaron fronteras y mares para darles una vida digna a sus hijos han sido demasiado valientes. Sin embargo la inmigración ilegal no debe continuar. En Latinoamérica, por ejemplo, hay familias enteras que viven con un dólar al día, comen una sola comida, y deben aguantar ser maltratadas por la violencia de conflictos diversos. Ojalá los países no desarrollados y en vía de desarrollo salgan adelante. Se necesita un plan de desarrollo global sostenible y democrático.
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